domingo, 24 de marzo de 2013


Antes la vida era sota, caballo y rey, los atascos por la mañana, recoger al nieto a las seis después del judo, los churritos en el bar de Mariano y sentarme en la butaca a escuchar el partido de la Champions.
Ahora ya no hay atascos, ni churritos, ni Champions League. Ahora nos levantamos temprano para pescar desde la planta 101, por la tarde le enseño matemáticas a mi nieto y las cosas ya no se compran con dinero, se vuelven a cambiar por otras. Parece que todo se ha vuelto del revés. Pero cuando tienes ochenta años, sabes que lo realmente importante nunca cambia.
Y es que da igual si las niños hacen las cuentas en un ordenador o en una pared, lo que importa de verdad es tener a alguien para compartir la vida, aunque sea en el fin del mundo.
-El Barco

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